Hay dos elementos que debemos tener en cuenta: la visibilidad, es decir, el número de veces que aparecemos en la red, y la reputación, la calidad de esas apariciones. Según esto, podemos tener una reputación impecable, pero no tener ningún contenido en Internet; o ser muy visibles, pero con un contenido nefasto para nuestra reputación.
Para mejorar esa imagen digital debemos poner en marcha estos tres aspectos:
- Producción: Debemos crear contenidos positivos para conversar allí donde se hable de nosotros. El objetivo es enviar nuestro propio mensaje.
- Control: Hay que monitorizar –registrar- todo que se dice de nosotros y clasificarlo en bueno-malo, visible-invisible, el grado de viralización de esa noticia o dato, etc. Esto nos va a permitir reaccionar rápidamente ante cualquier ‘alerta’ o mención negativa que tenga nuestra marca.
- Gestión: En el caso de que sea necesario reparar nuestra reputación podemos utilizar estrategias SEO para potenciar las menciones positivas y darles más visibilidad, y crear nuevos contenidos favorables.
Para comunicar el punto de vista de nuestra marca es fundamental que entendamos en qué contexto nos movemos. En este caso demos comprender que Internet es una gigantesca conversación en la que todos, marcas y usuarios, son creadores de información y contenido. Tenemos dos opciones, escuchar y participar con contenidos de calidad o taparnos los ojos y quedarnos fuera de esa conversación.
En próximos post os iremos explicando cómo se difunde nuestra identidad digital y las herramientas para gestionarla.
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